Cinema Chile

ENTREVISTA EXCLUSIVA: ALINE KUPPENHEIM, PROTAGONISTA DE «1976” SELECCIONADA EN CANNES 2022

mayo 24, 2022

Después de obtener 3 premios en el Work in Progress del Festival de Cine Latinoamericano de Toulouse, la película 1976, ópera prima de Manuela Martelli, está seleccionada en la prestigiosa sección Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, augurando una prometedora carrera para la novel directora. 

El drama de ficción de 95’’ minutos, nos presenta a Carmen, interpretada magistralmente por la destacada actriz nacional Aline Kuppenheim.  Una historia ambientada en 1976, donde su protagonista se adentra en aguas desconocidas, lejos de la vida tranquila a la que está acostumbrada. 

Durante marzo, la directora Manuela Martelli y los dos productores chilenos – Omar Zuñiga (Cinestación) y Alejandra García (Wood Producciones) – nos adelantaron todos los detalles de su participación en el Cine en Construcción del Festival Latino de Toulouse.

En la antesala de Cannes, conversamos en  exclusiva con Aline Kuppenheim, y te contamos detalles “behind the scenes” de su proceso creativo para interpretar a Carmen:

“El despertar de Carmen, con todas sus contradicciones y debilidades es, para mi, hoy, lo que esperaría o soñaría de una sociedad como la nuestra”, destaca Aline.


Este es el debut de Manuela Martelli directora, ¿cuál crees que es la principal fortaleza de Manuela en este rol? ¿Cómo fue la experiencia de ser dirigida por ella? 

La total coherencia entre su sensibilidad, su preparación y experiencia multidisciplinaria, sus referencias, su exigencia y su rigor en el trabajo. La suma de todo eso es una claridad sensible y teórica sobre su propia propuesta, lo que permite, tal vez paradójicamente para algunos, una disponibilidad, capacidad de resolver y sumar al resultado las variables que surgen de las condiciones dadas, las propuestas del equipo, la naturaleza del espacio físico y humano, las limitaciones que impone el avanzar de una producción independiente en Chile, y que supone un rodaje inserto en la vida real. 

Esa claridad y propiedad se transmite en cadena a todo el equipo; en el trato empático y cálido que genera comunidad,  lealtades y círculos virtuosos, donde cada cual se compromete y pone lo mejor de sus capacidades y su vocación  en el proceso y el resultado, lo que es fundamental si pensamos que en un equipo de cine, cada miembro, cada área  es fundamental e imprescindible.

Manuela da esa seguridad para entregarse como un instrumento que corresponde a un todo y confiar un poco a ciegas, como suele ser en el cine.

En cuanto a mi experiencia, puedo definirla como profesional y también como personal con límites difusos entre sí. Desde eso personal, el contexto emocional, lo vínculos afectivos  existentes y los que aparecieron durante el rodaje (fuera de nuestras casas durante un período largo), me dieron la contención y la confianza para acceder a un tipo de concentración o conexión con ciertos estados frágiles, dolorosos o sensibles para darle cuerpo a ese guión y  a resistir la exigencia física y mental no menor que implicó la filmación para todos nosotros. 

Algo interesante de este trabajo es que nunca terminas de entender cómo realmente funciona. Cada vez veo más clara la importancia del componente humano que tiñe, para bien o para mal, lo que el público va a percibir más allá de lo que va a ver con los ojos, llámese honestidad o como queramos.

¿Qué te llevó a aceptar el papel protagónico?

Todo lo anterior más su guión, su propuesta y  las largas conversaciones que sostuvimos con Manuela durante al menos 5 años, cada cierto tiempo, contándonos de nuestras madres y abuelas, de cómo vivían y veían ciertas cosas las mujeres que nos antecedieron, intentando entrar en esas existencias y realidades, comprenderlas y comprender qué queda de ellas en todas nosotras, pensándolas sin juzgar e intentar construirlas lo más vivas y concretas posibles para contar esta historia. 

¿De qué manera crees que la historia de «1976» dialoga con el presente del país? ¿Sientes que es una manera de reflexionar, a través del pasado, de lo que ocurre hoy?

Desde su título, 1976 es también un ejercicio de memoria que remite, sin esconderlo, a nuestra historia reciente, pese a tratarse de una ficción. 

La memoria es en sí un diálogo con el hoy dado que se ejerce siempre en el presente y nos enciende las alarmas cuando la historia amenaza con repetirse o cuando derechamente vuelve a hacerse carne y  vivencia en las nuevas generaciones, como está pasando hoy en nuestro país

Entonces el cine aborda y llega a esos lugares donde la retórica de la política o la consigna no alcanzan. Le da cara, cuerpo, voz, textura y humanidad a  conceptos a veces abstractos para muchos y lo pasa por la emoción, por la experiencia  personal que es ver y apropiarse de una película como algo vivido y así registrado en el cuerpo, en la propia memoria, por ejemplo.

El despertar de Carmen, con todas sus contradicciones y debilidades es, para mi, hoy, lo que esperaría o soñaría de una sociedad como la nuestra.

Ninguna película se trata sólo de lo que reflexionaron o  escribieron los guionistas o lo que el director o directora quiso decir, sino de lo que cada uno de los espectadores descubrió,  entendió, reflexionó, sintió o concluyó (o no) desde su propia visión y contexto, a partir de esa propuesta más o menos compleja. Como si  una película multiplicará sus versiones  por la cantidad de espectadores que la vieron. Entonces sí, es una manera  más de reflexionar, de vernos, sentirnos y pensarnos en toda nuestra diversidad, algo  tan necesario hoy, más que nunca.

¿Cómo crees que el público de Cannes recibirá a esta película?

¡Espero que bien! Creo que la película contiene en sí una visión desde lo micro a lo macro, desde lo doméstico y particular a lo político, que espero se reproduzca en el público no chileno. Es decir, una película con identidad particular, chilena, perfectamente extrapolable a otras identidades en este mundo globalizado que comparte ciertas problemáticas de diferentes maneras.