enero 16, 2017
Maura Morales Bergmann es una destacada directora de fotografía ítalo-chilena, miembro y una de las principales responsables de la creación de la primera Asociación de Directores de Fotografía de Chile (ACC). Dentro de su filmografía destacan ocho películas de ficción, doce documentales y catorce cortometrajes, varios de los cuales han sido parte de festivales como Cannes, Venecia y Roma.
De las coproducciones chilenas-italianas en las que ha participado como directora de fotografía y camarógrafa, destacan largometrajes como “Il mondo fino i fondo”, ópera prima de Alessandro Lunardelli con Alfredo Castro y Manuela Martelli; “Il Futuro” de Alicia Scherson y la última película de Silvio Caiozzi: “Y de pronto el amanecer”, que está en proceso de postproducción. Actualmente, Morales está dirigiendo su primer documental, el que pretende terminar en 2018.
-¿Cómo fueron tus inicios en la dirección de fotografía y cuál fue la principal motivación para dedicarte a eso?
Vi “La Nuit Americaine” de François Truffaut y decidí que yo también quería pertenecer a ese mundo, lo cual se sumó al hecho de que mi papá era director de cine. Postulé a la Escuela Nacional de Cine de Italia, el Centro Sperimentale di Cinematografia, pero era muy pequeña, por lo que decidí trabajar dos años como asistente de dirección mientras estudiaba Historia del Cine. Luego, postulé nuevamente a la Escuela, a los cursos de Fotografía y Dirección y ellos eligieron por mí, diciendo que era mejor para la fotografía que la dirección.
– El haber forjado tu carrera en el extranjero no te impidió conocer de cerca el cine chileno, ¿cómo has visto su evolución respecto del italiano?
La evolución del cine chileno es muy positiva, tiene una gran energía y cosas nuevas que mostrar. El italiano se asentó un poco, y nunca salió de ese espacio. El cine chileno tiene otra historia que se está desarrollando y siendo filmada con frescura.
-¿Y respecto a las mujeres que trabajan en cine en Chile?
Me quedé en Italia porque no hay muchas mujeres que hicieran mi trabajo y quise luchar contra esa tontería de que un director de foto no puede ser mujer. El machismo italiano es mucho más subterráneo, entonces es más difícil de enfrentar que el chileno. En Chile hay mucha más confianza en una mujer al poder, en Italia nunca podría pasar eso. Me enfrenté con situaciones difíciles, pero son mucho más fáciles de enfrentar. Creo que directoras como Alicia Scherson, Marcela Said, Dominga Sotomayor y Pepa San Martín tienen mucha fuerza y hay que aprovecharla.
-Has formado parte desde el inicio de la Asociación de Directores de Fotografía, ¿cuáles son sus objetivos y tu labor dentro de ella?
Nació todo porque yo soy de la Asociación Italiana. Cuando me empecé a involucrar con Imago, justamente empezaron a entrar países latinoamericanos y faltaba Chile. Cuando descubrieron que yo era chilena empezaron a preguntarme por qué no hacíamos una asociación en Chile. Así fue como empecé a hablar con Armando Rodríguez, Sergio Armstrong y todos se entusiasmaron con la idea. Costó dos años forjarlo, fue un proceso largo, pero finalmente este año logramos entrar en Imago y abrir la asociación. Lo que estamos pensando ahora es abrir el mercado chileno desde el punto de vista de los directores de foto, generando eventos donde ellos tengan incidencia. Y ahora el siguiente paso es abrir camino a las mujeres directoras de foto.
-La mayoría de tu trabajo ha sido bajo modelos de coproducción, ¿Cuáles dirías que son las ventajas y desventajas ?
Yo estoy muy feliz y satisfecha de las coproducciones. Es más, me gané el primer Fondo Audiovisual para el desarrollo chileno-italiano y eso me abrió finalmente la posibilidad de hacer lo que me gusta en mis dos países. Yo creo que la mayoría de las películas coproducidas, sean del país que sean, son filmes que aportan mucho a la sociedad y a la cultura. Ya no hay que hacer cine de un propio país. Quizás ese es el principal problema de Italia, muchas películas de ficción no llegan a Chile o al mundo porque son hechas por y para italianos. Eso a mí me afecta mucho porque el cine está creado para mostrar mundos que no conocemos.
-¿Cuál es la apuesta estética que te gusta plasmar en tu trabajo como directora de fotografía?
Yo digo siempre que es el guión el que manda. Salir de un estreno y escuchar que la fotografía de la película era linda, es decir que la película no gustó. Yo creo que la fotografía siempre debe estar al servicio del guión y dirección. Entonces cada historia tiene su estética, cada historia tiene a su director, en ese sentido, mi trabajo es lograr imaginarme la película con los ojos de otra persona. De ahí el trabajo del director de foto es entrar en la cabeza del director, acotar algo de nuestro gusto personal, pero siguiendo sus direcciones y quizá tienes suerte y encuentras al director que tiene tu mismo gusto estético.
-Estás trabajando en “Entierro” tu primer documental, ¿en qué momento nace la idea de la película?
Nació de una necesidad. Como directora de fotografía, la historia del arte ha sido muy importante en mi vida. Tengo una tía que es pintora que siempre me ha enseñado mucho, desde mirar los cuadros, historia, etc., entonces cada vez que fui a verla en los últimos 15 años, siempre me fascinaba oírla hablar y escucharla con otras personas y artistas. Un día conocí a Jorge Arriagada, compositor de Raúl Ruiz, que tiene la edad de mi tía, ambos chilenos trabajando en Europa. Los junté y noté que culturalmente eran muy parecidos. Así que decidí filmar su reunión. Tras un evento importante en la vida de mi tía, en el que perdimos casi todo, se generó un dolor y trauma en mí y quise contar mi punto de vista de lo que pasó. Pese a todo, mi tía nunca dejó de pintar y fue el principal impulso para contar esa historia.
-¿En qué etapa se encuentra?
El documental se encuentra en proceso de rodaje. Pensamos que sería ideal que el estreno fuera en Venecia 2018. Espero terminar de filmar entre noviembre y diciembre de este año.
-Y ya ha conseguido premios, como en el área de industria de FIC Guadalajara…
Lo de Guadalajara fue muy sorpresivo, no me esperaba ser seleccionada. Yo simplemente fui invitada por el Festival como jurado de la competencia de documentales. De pronto, llegó la noticia de que mi proyecto documental había quedado en el Encuentro de Coproducción. Posteriormente debí hacer un pitch que me permitió ganar dos premios: el de Válvula Films -entregado por la productora chilena Adriana Silva- para la postproducción de sonido y el premio Flaherty, que consistía en un seminario en EE.UU., del que acabo de volver y donde aprendí mucho sobre documentales y cine experimental.
-¿Cuál es tu relación con Manuela Martelli y por qué decidiste trabajar con ella?
A Manuela la conocí en “Il futuro” de Alicia Scherson. Se la presenté a un director italiano que filmó con ella y Alfredo Castro su ópera prima en Chile, titulada “Il mondo fino i fondo”. Posteriormente nos hicimos amigas. Creí que mi documental, al ser muy personal, debía ser relatado por alguien cercano que me conociera, así que la elegí a ella. Además, nos complementamos en la búsqueda de las raíces porque ella también tiene familia italiana y chilena.
-¿Te gustaría dirigir algún proyecto de ficción?
Creo que es muy temprano todavía. A mí me encanta contar las historias de los otros. Tengo en la cabeza una idea ligada a Chile y mis raíces, pero no sé, pero por ahora no pienso en eso.
-¿Y qué otros trabajos tienes en mente?
Estoy trabajando en cuatro documentales distintos en este momento en Italia. Tres como directora de foto y mi documental, claro, como directora. Tengo un largometraje en camino en Italia y quizá otro en Chile. Bueno, nuestro trabajo es muy rápido y uno casi no puede programar su vida, pero hay muchas cosas maravillosas aún por hacer.