marzo 19, 2021
Versátil, intrépido, potente y conmovedor. Alfredo Castro es uno de los actores más emblemáticos de Chile; rostro insigne del teatro, comedias de televisión, series de ficción, y del cine nacional y global.
Su trayectoria de más de 4 décadas está siendo homenajeada y celebrada en el Festival de Cine Latinoamericano de Toulouse que comienza hoy.
Y quisimos aprovechar este reconocimiento para destacar 5 hitos de su expansiva y multifacética carrera.
El trabajo de Alfredo Castro marca un antes y después en la escena teatral nacional. En plena dictadura militar estrenó “Equus” (1977), su debut ,que lo destacó entre críticos y audiencias como una joven promesa.
Desde ese momento un motor fundamental de toda su carrera ha sido visibilizar el teatro como herramienta de cambio social. Con la fundación del Teatro la Memoria a finales de los años ochenta, Alfredo creó un nuevo espacio de encuentro comunitario.
Ahí estrenó Trilogía testimonial de Chile, compuesta por: La manzana de Adán; Historia de la sangre y Los días tuertos.
Con estas obras Alfredo se posicionó como uno de los directores y actores más influyentes de la historia del teatro chileno, logrando penetrar en el imaginario olvidado de nuestra sociedad, estando siempre a la vanguardia del pensamiento artístico y creativo.
Los múltiples roles de Alfredo en la televisión chilena alcanzan cerca de 27 personajes, interpretaciones recordadas y admiradas por todo un país. Hasta el día de hoy se siguen viralizando por redes sociales frases icónicas de los personajes que Alfredo encarnó en la época de oro de teleseries de TVN, liderada por Vicente Sabatini.
Sus momentos más memorables incluyen la famosa frase “¡Qué derroche!” del personaje Ernesto Lizana en La Fiera (1999) y la sonrisa carismática y traviesa del gitano Lazlo California en Romané (2000).
Haciéndonos reír y cautivando corazones, Alfredo ha logrado representar la diversidad de la cultura popular chilena, convirtiéndose en un sinónimo de la idiosincrasia del pueblo.
En 2011, Alfredo dio uno de los saltos más grandes en su carrera al protagonizar Prófugos de Pablo Larraín y Jonathan Jakubowicz, la primera serie de HBO Latinoamérica y una de las primeras incursiones de Larraín en la televisión.
Durante la segunda temporada (2013), Alfredo dio vida a Freddy Ferragut, personaje mítico y extravagante que cambió completamente el tono y la profundidad de la serie.
Alfredo también ha traído su oscuridad y fuerza magnética a la segunda temporada de Narcos de José Padilha (2017, Golden Trailer Awards) de Netflix, y La Jauría de Lucia Puenzo (2020, Produ Awards) de Amazon Prime.
Alfredo Castro ha sido el actor fetiche de Larraín desde Fuga (2006), ópera prima del director y que dio comienzo a una potente colaboración y amistad.
Esto continuó con películas tan emblemáticas como Tony Manero (2008, Mejor Actuación Masculina en el Festival de Torino y de La Habana), Post Mortem (2010, Mejor Actor en el Festival de Guadalajara), No (2012), El Club (2015, Premio Platino y Premio Fénix por Mejor interpretación Masculina) y Neruda (2016).
Larraín ha dicho en reiteradas ocasiones la enorme admiración que tiene por el talento actoral de Castro, mientras que Alfredo dice que ve a Larraín como un maestro, que le enseñó a hacer el oficio.
Otros de sus papeles icónicos incluyen Los perros (2017) de Marcela Said, donde Alfredo encarnó a Juan, un ex coronel del ejército, rol que le otorgó el premio Mejor Interpretación Masculina en los Platinos (2018). Con Blanco en Blanco (2019) de Theo Court, estrenada en Orizzonti de Venecia, Alfredo se convirtió en el primer latino en obtener el premio Starlight International Cinema Award.
Y en Tengo miedo torero (2020) de Rodrigo Sepúlveda, estrenada también en Venecia en la sección Venice Days, Alfredo mostró una nueva faceta como la Loca del Frente, travesti que se involucra en una arriesgada operación clandestina durante la dictadura de Pinochet, ganando el Premio Mezcal al Mejor Actor en el Festival de Guadalajara, entre muchos otros.
No hay duda alguna, Alfredo se ha lanzado a la esfera global y se ha convertido en uno de los rostros más importantes del cine de autor.
Desde Italia con Il mondo fino in fondo de Alessandro Lunardelli (2013), Venezuela con Desde allá de Lorenzo Vigas (2015), Argentina con Rojo de Benjamín Naishtat (2018), México con Museo de Alonso Ruizpalacios (2018), está claro que directores de todo el mundo están esperando su turno para poder trabajar con él.
Su expansiva trayectoria sigue en auge, y la gran expectativa que ha generado el homenaje del Festival de Toulouse deja en evidencia que su capacidad de encontrar la oscuridad y la luminosidad de todos sus personajes no tiene fronteras.