febrero 17, 2024
Una carta de amor a Santiago, así definen los directores Luciana Merino y Pascal Viveros a Al sol lejos del centro, cortometraje que el 19 de febrero tendrá su estreno mundial en Berlinale Shorts y que además fue seleccionado a los premios Teddy Award.
Producido por Javiera Pineda, y montado por Elisa Leiva, el cortometraje sitúa al espectador durante 16 minutos en Santiago de Chile para sumergirse en la historia de dos mujeres que deambulan por la ciudad buscando un lugar para vivir su amor.
Una propuesta de zoom digital mirado desde una cámara omnisciente que en palabras de los directores busca “degradar esa imagen de alta definición tan predominante en el cine actual, y precisamente esa textura, muchas veces asociada a una imagen pobre, permitió que aparezcan los detalles que construyen la ciudad”.
Previo al Festival de Berlín, entrevistamos a ambos directores. Acompañanos y conoce todos los detalles de este nuevo cortometraje que promete sorprender con su propuesta técnica y estética.
Al sol, lejos del centro nace como una carta de amor a Santiago; como un punto de fuga para imaginar una ciudad en donde puedan existir nuestros deseos y el de nuestras protagonistas.
La idea tomó forma definitiva durante la revuelta del 2019, un momento en que sentimos a Santiago más nuestro que nunca. Durante esos meses todos nos detuvimos a imaginar y exigir nuevos futuros, apropiandonos del territorio e inventando ciudades en donde se defendía la vida. Si bien en el corto, no hay referencias directas a esto, creemos que tiene mucho de ese espíritu.
Tenemos películas que juegan con la forma de filmar, como por ejemplo Let the summer never come again de Alexandre Koberidze y también los poemas de Claudia Rodríguez y Juan Carreño, pues en sus palabras encontramos el riesgo y la ternura de otros Santiagos.
Ese contacto verbal surgió mientras estábamos cerrando el montaje; proceso largo y enrevesado pero también luminoso del cual Elisa Leiva se hizo cargo. Su mirada logró desentrañar un puzzle, reescribiendo la película.
Nos pareció necesario dejar una pista sobre quien atravesaba esta ciudad, necesitábamos hacer notar que “todo esto le está pasando a un nosotras”. Creímos que esto liberaría cierta tensión y permitiría que nos entreguemos más confiadamente a lo sensorial del corto.
El cortometraje está construido a través de vastos planos generales en 4k que en postproducción fueron recorridos por un zoom digital, por eso dan la ilusión de ser tomas aéreas.
Con el zoom nos dio la ilusión de borrar esa distancia, descubrimos una ciudad nueva, una que fue imaginada por la puesta en escena, pero sobre todo por el azar; por gatos en tejados, palomas «achoclonadas» y por niños jugando en piscinas plásticas.
A través de esta técnica intentamos ver Santiago desde un nuevo punto de vista, mirar desde lejos la ciudad desconfigura algo que tenías aprendido, que parecía fijo a fuerza de ser pisado a diario.
El rodaje ocurrió en 2022 y tuvo dos partes, una mitad en marzo y una mitad en agosto. Necesitábamos ese tiempo intermedio para poder averiguar realmente qué estaba siendo la película.
Es interesante también ya que por la técnica que utilizamos el montaje también fue parte del rodaje. Fue allí donde decidimos qué se vería, y en definitiva, que ciudad aparecería.
Si bien desde el principio decidimos poner en escena un amor disidente, mientras hacíamos el corto no pensamos en lo LGBTQ+ como algo central.
Las etiquetas en el cine no nos son cómodas. Nos interesan las películas que se sitúan en los bordes, que parecen algo que no son, que esconden cosas.
Cuando pensamos en nuestro cortometraje y en el cine en general partimos desde lo formal, en cómo crear un lenguaje que pueda contener las imágenes y atmósferas que deseamos. En este caso es entregarse a un nuevo ritmo de ciudad, a la invención de paisajes para un Santiago nuevo.
Apostamos por un cine del lado de la ternura, que se detenga en los destellos del cotidiano, en la rebeldía de habitar el mundo de distintas maneras. Así, pensamos en el cine como quien camina bajo 40º y se encuentra con una piscina plástica, con gente bañándose; ganándole a la sed.
Esperamos que el cortometraje se pueda ver en diversos lugares. Nos interesa mucho saber qué causa en diferentes partes del mundo, pero sobre todo conocer lo que pasa cuando lo vea gente que habita Santiago, que es su territorio.
Esperamos también que esto sea un apoyo para seguir desarrollando el trabajo que amamos hacer. Es muy difícil hacer cine en Chile, las escasas políticas públicas son insuficientes, reducidas casi en su totalidad a fondos concursables donde cientos de creadores deben competir para que por ejemplo, sólo se financien 4 cortometrajes documentales al año.
Si bien como equipo no tenemos pensados nuevos proyectos en conjunto, cada uno está trabajando en obras que mantienen en común las búsquedas de narrativas híbridas.
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