junio 13, 2022
La picada, ópera prima de Felipe Zúñiga, tuvo su estreno mundial en el Festival de Guadalajara -considerado uno de los festivales más importantes de Latinoamérica para impulsar y difundir la producción cinematográfica-.
La coproducción entre Caramba Films (Costa Rica), Noche Negra (Costa Rica) y Ceibita Films (Chile) compite por el premio a Mejor largometraje iberoamericano documental. Luego de estrenar en FICG37, la cinta continuará su recorrido en el Costa Rica Festival Internacional de Cine, en la Competencia centroamericana y caribeña de largometraje.
La película narra la vida de Rosmeri, la última habitante de La Picada, un pueblo destruido por constantes erupciones de ceniza, donde el volcán más activo del país es su mejor amigo, y esa relación será el motor que la impulsa a resistir la presión de quienes le piden abandonar su casa.
Su trabajo anterior, San José de Noche (Premio Armando Céspedes, 2019) es un cortometraje que explora nuevos lenguajes audiovisuales. Tanto este como la ópera prima que estrena mundialmente en FICG, lo han llevado a participar en diferentes espacios de desarrollo, como el Taller Documental FICCI, Bolivia Lab, Taller de desarrollo de proyectos de Ibermedia, Cinema en desarrollo de Toulouse, SANFIC Lab, Docs for sale de IDFA y el WIP del CRFIC.
En este último encuentro, La picada, producida en Chile por Alejandro Crisóstomo, ganó dos premios: Cine en posproducción del CRFIC – Costa Rica Festival Internacional de Cine 2020.
In Conversation With quisimos conocer en profundidad los motivos, intereses y expectativas del director.
Te invitamos a ver su trailer exclusivo
La Picada – Trailer from Ceibita Films on Vimeo.
Este festival es un espacio muy importante para el cine de la región, estar seleccionados es un gran honor y una oportunidad única de compartir la película con un público con el que tenemos lenguaje y costumbres comunes. Espero que el público pueda conectar con la historia y sentir empatía con Rosmeri.
Rosmeri es el punto inicial de todo. Ella y su historia es la mayor inspiración cinematográfica que he encontrado, estoy muy conmovido con la generosidad que ha mostrado conmigo, compartiendo su historia y la apertura para dejarnos explorar su cotidianidad. Nos conocimos en el año 2015 y desde entonces iniciamos una relación de amistad que decantó en hacer una película. Rosmeri es una persona que no había tenido una experiencia previa en rodaje, entonces tuvimos un periodo de adaptación, de reconocer la cámara y reconocernos como equipo,
El proceso de la película ocurrió mientras el volcán Turrialba estaba en su periodo eruptivo más fuerte en cientos de años. Esto fue un reto, no solo porque técnicamente complicaba las cosas con los equipos, sino porque sentía un poco de temor de estar ahí, hubo algunas erupciones con columnas de ceniza de cientos de metros de altura y uno siente que le va a caer encima. A nivel artístico fue un desafío encontrar la película, el tono, el estilo, la forma de filmar.
Estos espacios son muy importantes porque abren el panorama de la película, son una oportunidad para validar el trabajo y encontrar socios y socias que estén interesados en colaborar. Sin pasar por estos espacios, las películas tendrían muchas dificultades para existir.
A Alejo lo conocía porque había visto con mucha admiración varias de las películas que realizó en Centroamérica. Coincidimos en el Festival de CineLatino de Toulouse en el año 2017, conversamos sobre la película e hicimos click. El aporte que le ha dado al proyecto ha sido muy valioso, personalmente ha sido un compañero de viaje muy paciente y siempre dispuesto a colaborar.
Un día después de nuestra última proyección en el Festival de Guadalajara estrenamos en el Festival de Cine de Costa Rica. Esperamos encontrar socios y ventanas para mostrar la película a la mayor cantidad de personas posibles. Vendrá un estreno en Chile que también esperamos con muchas ansias.